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Un humidificador puede ser especialmente útil si tu bebé nace en los meses de clima frío. Por ejemplo, si tienes una calefacción de aire caliente forzado, tu casa puede estar seca y provocar a tu pequeño congestión o sequedad en la piel. Los resfriados y la gripe pueden provocar tos, dolor de garganta y congestión nasal.
Un humidificador puede ayudar con estas molestias, ya que devuelve el agua al aire, aliviando los síntomas sin necesidad de medicación y devolviendo la humedad a la piel y las fosas nasales secas.
Por supuesto, los humidificadores tienen algunos inconvenientes. Pueden ser difíciles de limpiar, sobre todo si se utiliza agua del grifo y se acumulan minerales en el depósito. También pueden ser ruidosos y perturbar el preciado sueño. Y algunos tipos pueden ser incluso inseguros para tu bebé o niño pequeño.
Humidificadores de niebla fría vs niebla caliente
Para complicar las cosas, hay dos tipos principales de humidificadores, que funcionan de forma diferente.
Los humidificadores de niebla fría liberan la humedad en el aire de diferentes maneras. Los humidificadores ultrasónicos utilizan ondas sonoras (vibraciones) para crear la niebla. Los humidificadores por impulsos, en cambio, utilizan un disco giratorio. También hay humidificadores por evaporación en el mercado que producen la niebla soplando aire a través de un filtro o mecha húmeda.
Los humidificadores de niebla caliente -también llamados vaporizadores de vapor- hierven el agua, convirtiéndola en vapor que se libera en el aire.
Ambos tipos de humidificadores funcionan igual de bien para añadir humedad a una habitación. Y a pesar de cómo se crea la niebla, la temperatura es la misma cuando llega a las vías respiratorias de tu hijo.
En cualquier caso, la Academia Americana de Pediatría (AAP) recomienda los humidificadores de vapor frío para bebés y niños. ¿Por qué exactamente? Porque el agua hirviendo y el vapor caliente de los humidificadores de vapor caliente suponen un riesgo de quemaduras, sobre todo si el niño se acerca a la unidad.